Recuerdos de la infancia en Recoleta
Faldas del cerro, Recoleta. Nací y crecí al pie de este cerro, en una época en que la localidad no estaba completamente urbanizada. Hace aproximadamente 40 años, el cerro estaba cubierto de barro y los parques no contaban con inversiones. Junto a uno de mis cuatro hermanos, solía lanzarme por sus pendientes con cartones, regresando con las rodillas ensangrentadas, pero disfrutando de cada momento. También recuerdo las picnics con mis primas en una toma cercana, y el canal del Carmen, al que apodábamos las «cataratas del Niágara». Al regresar al colegio tras las vacaciones, siempre decíamos que habíamos ido al Niágara, causando envidias que pensaban que éramos millonarios.
Un refugio en la peluquería
Peluquería El otro arte. Paso largas horas en la peluquería de mi amiga Alicia Fuentealba, a quien conocí hace 25 años. Fui peluquera y tuve un salón de belleza a los 21 años, trabajando arduamente para no depender de nadie. Luego, tras el nacimiento de mi hija Javiera, decidí cerrar el negocio para enfocarme en su bienestar. A lo largo de mi vida, siempre he defendido políticas públicas, lo que me llevó a estudiar y graduarme como trabajadora social.
La lucha por el autocultivo de cannabis en Cajón del Maipo
Cajón del Maipo. Soy fundadora de Mamá Cultiva, una organización que aboga por el autocultivo de cannabis medicinal en Chile. Junto a otras madres, descubrimos el alivio en esta planta para nuestros hijos con condiciones de salud complejas. En Cajón del Maipo, cultivábamos cannabis, extrayendo aceite que aliviaba el sufrimiento de mi hija, quien sufre de esclerosis tuberosa y epilepsia refractaria. Esta lucha ha sido larga, desafiando prejuicios y trabajando por la legalización del uso medicinal del cannabis.
Descubriendo sabores en Quilicura
Restaurante Las Palmeras. Disfruto visitar este restaurante típico de Quilicura, donde el especial es el pollo al coñac con pebre y papas. Este lugar, que comenzó como un pequeño comedor, ahora está en expansión e incluso planea ofrecer un ciclo de ‘mujeres despechadas’. Lo descubrí mientras recorría la comuna, un área que había estado muy descuidada y que hemos logrado revitalizar. Al inicio, los dueños me miraban con sorpresa, pero han comprendido que los alcaldes y las autoridades somos parte de la comunidad.
La conexión con la naturaleza
Humedal de San Luis Norte. Este humedal es un reflejo de la Quilicura rural que todavía existe. En ocasiones, cuando los días en la alcaldía son difíciles, busco este espacio para desconectar y reconectarme con mis raíces. Es un lugar hermoso que alberga diversas especies de aves y animales, proporcionando un refugio indispensable en tiempos complejos.
Apoyo a emprendedores locales
El zapato soñado. Me gusta comprar en tiendas de emprendedores locales, como la de Eunice en Quilicura, quien empezó su negocio con solo 60.000 pesos (alrededor de 63 dólares) y ha tenido un notable crecimiento. Este tipo de historias son inspiradoras y reflejan la perseverancia de nuestra comunidad.
Recuerdos en la casa familiar de Zapallar
La casa de encuentro familiar. En Zapallar, la casa de mi hermana es un lugar especial donde disfruto cocinar para la familia. A menudo, soy la encargada del asado, ya que me gusta hacerlo bien. Esta casa fue construida con esfuerzo, y mi familia siempre ha creído en la superación personal, un valor que siempre llevo presente.
Una vida en Quilicura
La casa en Quilicura. Mi hogar tiene un patio donde paso tiempo con mi hija, observando el cielo y disfrutando de la compañía de nuestra gata Luna. Nos mudamos aquí hace 23 años, antes de incursionar en la política. A medida que crecía, me hice oír en mi comunidad, siendo parte de un consejo consultivo y, tras el estallido social de 2019, decidí postularme a alcaldesa. Hoy, con dos periodos cumplidos, sigo trabajando por una Quilicura más justa y equitativa.
