Mauricio Hoyos desmitifica el mito de los tiburones asesinos en el mar.

Mauricio Hoyos: “Hay que acabar con el mito de los tiburones asesinos. Somos nosotros los que matamos cientos de miles al día”

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El impacto de Tiburón en la percepción de los tiburones

Desde su estreno en 1975, la película Tiburón ha dejado una huella negativa en la percepción pública de los . Sin embargo, para el biólogo marino Mauricio Hoyos, este filme fue inspirador. “Me hizo enamorarme del tiburón blanco y dedicar mi a trabajar con estos animales increíbles”, confiesa Hoyos en su casa en Ciudad de , donde se recupera de un grave accidente reciente en aguas costarricenses.

La expedición a las islas Coco

Hoyos, quien reside en , , estaba en las islas Coco como parte de la Coalición One Ocean Worldwide, dedicada a la conservación de océanos. Durante esta misión, su equipo buscaba colocar marcadores en tiburones martillo para rastrear sus movimientos y ayudar en su protección, ya que sus poblaciones han disminuido drásticamente en las últimas décadas. A lo largo de su carrera, Hoyos ha realizado más de 2,000 marcajes.

El incidente fatídico

En un momento crítico, tras instalar un transmisor en un tiburón hembra de la especie de Galápagos, Hoyos sufrió un ataque. “La vi nadar hacia el fondo y le disparé en la base de la aleta dorsal. De repente, sentí que estaba dentro de su boca. La presión fue increíble”, relata el biólogo. Los 29 dientes del tiburón dejaron cicatrices evidentes en su rostro. “Si la mordida hubiera sido más alta o más baja, las consecuencias habrían sido fatales”, explica.

Una mordida defensiva

Contrario a la creencia popular, los biólogos indican que los tiburones suelen morder solo en situaciones de defensa. “Yo era el más vulnerable, y el tiburón simplemente me marcó y me soltó”, explica Hoyos. Este biólogo entiende que, en un ataque real, el tiburón habría intentado matar.

Supervivencia en condiciones extremas

A raíz del ataque, los equipos de aire se rompieron, lo que complicó aún más su situación. Sin embargo, su conocimiento sobre el comportamiento del tiburón y su experiencia como buzo de más de 30 años fueron cruciales para su supervivencia. Al ascender con un equipo de emergencia, fue capaz de mantener la calma aunque la situación era crítica.

En la superficie, el capitán de la lancha que lo rescató quedó impactado al ver el estado de Hoyos. “Yo sentía que me había quedado sin cara. La sangre no paraba de fluir, pero el tiburón no me siguió. No somos parte del menú marino”, asegura el biólogo, explicando que nuestra sangre no es su alimento habitual.

La importancia de la conservación

Este reciente accidente es el primer encuentro de Hoyos con un tiburón en un contexto de agresión. A lo largo de su carrera ha trabajado con diversas especies, desde tiburones blancos hasta tiburones toro. Los tiburones Galápagos, aunque grandes y dominantes, no habían mostrado comportamientos agresivos hacia él anteriormente.

Monitoreo y conservación

Los transmisores que se instalaron durante la expedición son cruciales para la conservación. Envían señales que permiten rastrear a los tiburones en el Pacífico Este Tropical, facilitando la identificación de sus rutas migratorias. Hoyos enfatiza que, aunque existen áreas protegidas, los tiburones no reconocen humanas, por lo que la cooperación internacional es vital para su preservación.

La organización Pelagios Kakunha, fundada por Hoyos en 2010, tiene como objetivo generar información sobre tiburones migratorios. “Son como el sistema inmune de los océanos; su papel es vital en la del ecosistema”, señala.

Desmitificando al tiburón

Hoyos destaca la discrepancia entre la percepción pública y la realidad: “A nivel mundial, los humanos matamos cientos de miles de tiburones al día, mientras que los incidentes con tiburones hacia humanos son mínimos”. Su misión es derribar el mito de que son asesinos. “Los tiburones han existido por 450 millones de años; debemos respetar su lugar en el ecosistema”, concluye.

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