La actual campaña presidencial en Chile ha revelado la complejidad y diversidad de la derecha política, que, a pesar de sus matices, se presenta como un bloque homogéneo en su lucha electoral. En esta elección, no existe un «cerco sanitario» que aísle a candidatos extremistas, como ocurrió en 2021. La sociedad chilena ha permitido la emergencia de dos derechas radicales con propuestas competitivas: el republicano José Antonio Kast y el nacional libertario Johannes Kaiser, sumando también a la centro-derecha Evelyn Matthei, vinculada a la tradicional coalición Chile Vamos. Estas tres candidaturas han intensificado su competencia, especialmente frente a la coalición de izquierdas representada por la candidata comunista Jeannette Jara, quien parece tener asegurada su presencia en la segunda vuelta electoral.
Este fenómeno se aleja de la tradicional lucha interna por el poder y se asemeja más a una guerrilla política entre la nueva y la vieja derecha. El líder del Partido Republicano, José Antonio Kast, con 16 años de trayectoria política y una imagen de continuidad en el pasado, se diferencia de la emergente figura de Kaiser. Este último, a través de su Partido Nacional Libertario, busca replicar el estilo de La Libertad Avanza, liderado por Javier Milei en Argentina. La influencia de Milei se aprecia también a través de la obra de Axel Kaiser, hermano de Johannes, quien ha ganado notoriedad pública en el debate político.
En una entrevista en La Tercera, Kaiser argumentó que la transformación de la política chilena no se debe a un viraje a la derecha, sino a una supuesta locura de la izquierda, que según él ha olvidado a los trabajadores y socavado la unidad nacional. Este análisis intenta reflejar la perspectiva de la derecha sobre el desencanto con las políticas de izquierda en Chile, lo que podría haber contribuido al resurgimiento de las candidaturas radicales.
Kaiser marcó distancias con ambas figuras derechistas, Matthei y Kast, criticando la falta de una postura firme frente al progresismo. En su visión, principios como el de subsidiariedad, la libertad individual y los valores conservadores son fundamentales. Aunque Kast comparte algunas de estas ideas, su discurso se ha alejado de ciertos temas valorativos, reflejando una estrategia diferente en sus propuestas electorales.
Es crucial destacar que la percepción de Kaiser sobre la necesidad de mantener principios inquebrantables se ve contrastada por la realidad de que encuestas recientes sugieren un aumento en la identificación de los ciudadanos chilenos con la derecha. Este cambio en la opinión pública pone de relieve una posible derechización de la población chilena que Kaiser parece desconocer.
Durante la entrevista, Kaiser expresó su orgullo por un proyecto político que, según él, ha estado presente en Chile durante tres siglos, haciendo referencia a los hermanos Carrera como una de las últimas manifestaciones de este ideal. Sin embargo, su afirmación se percibe como débil y poco fundamentada, lo cual podría ser visto como un intento de conectar con una herencia histórica sin un contexto claro.
La izquierda en Chile se enfrenta a un reto importante: comprender por qué líderes y pensadores de derecha pueden emitir posturas que, aunque cuestionables, resultan efectivas en el ámbito electoral. Es imperativo que la izquierda reflexione sobre este fenómeno y evalúe cómo las propuestas de las derechas radicales están configurando el contexto político actual. Lo que se dirime en esta campaña no solo son posiciones ideológicas, sino también la forma en que los discursos impactan la cultura y la sociedad chilena.