En la reciente primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile, el candidato republicano José Antonio Kast obtuvo un 23,9% de los votos, situándose en segundo lugar detrás de la izquierdista Jeannette Jara, quien alcanzó un 26,8%. A pesar de no haber ganado, la noche electoral fue celebrada como un triunfo por el comando de Kast. A diferencia de los comicios de 2021, el respaldo de la derecha tradicional fue inmediato, sin condiciones previas. Representantes de Chile Vamos, como Evelyn Matthei y Johannes Kaiser, se unieron a Kast, reforzando una candidatura que ya contaba con la mitad de los votos en un escenario competitivo con ocho alternativas. El foco en temas como la seguridad, la economía y el control migratorio continúa siendo prioritario para los votantes.
Martín Arrau, coordinador de la campaña para la segunda vuelta, comenzó a definir la estrategia con antelación, incluyendo días y horarios de actividades públicas. La campaña anterior había sido valorada y no se pretendía improvisar: el plan incluía criticar al gobierno de Gabriel Boric y presentar a Jara como una extensión de una administración considerada “fracasada”. También se evitó pronunciarse sobre la admiración de Kast por Augusto Pinochet y su oposición a libertades individuales como el aborto en ciertos casos y el matrimonio homosexual. El nuevo enfoque incentivó un programa de “Gobierno de emergencia” y un despliegue territorial más intenso.
Despliegue Territorial y Apoyo Internacional
La campaña de Kast se benefició de alianzas internacionales, con conversaciones telefónicas con líderes políticos de Argentina, Paraguay, Ecuador e Italia, aumentando su perfil internacional mientras hacía campaña puerta a puerta. La comunicación sobre estos contactos se realizó a través de redes sociales, proporcionando a Kast una imagen de liderazgo global.
El apoyo local también comenzó a cristalizarse, aunque de forma gradual. La viuda del expresidente Sebastián Piñera, Cecilia Morel, fue una de las primeras en declararse a favor de Kast, quien se opuso a la administración de Piñera cuando este promovió la reforma constitucional. Un encuentro con el expresidente Eduardo Frei, aunque sin un apoyo explícito, fue percibido como un golpe a la candidatura de la izquierda. Líderes de partidos de centro como los Demócratas y los Amarillos también se unieron a su apoyo, ampliando la percepción de la candidatura como una opción viable desde el centro hasta la derecha más radical.
Nuevo Clivaje Electoral
Analistas apuntan que las elecciones actuales reflejan un nuevo clivaje en la sociedad chilena: quienes apoyaron el proyecto constitucional de la izquierda frente a quienes lo rechazaron. Si Kast triunfa, podría convertirse en el primer presidente desde el plebiscito de 1988 que votó «Sí». En el pasado, ha expresado que si Pinochet estuviera vivo, votaría por él.
Plan Desafío 90
El equipo de Kast ya trabaja en su plan denominado Desafío 90, que incluye una serie de medidas a implementar durante los primeros 90 días de su posible gobierno. Este plan, coordinado por el economista Bernardo Fontaine, busca presentar proyectos de ley y otras acciones de gestión del Estado de inmediato. Entre los objetivos se encuentra un ajuste fiscal propuesto de 6.000 millones de dólares en los primeros 18 meses, aunque aún no se han especificado las áreas de recorte, prometiendo que no afectarán a los beneficiarios de programas sociales.
Otro punto importante es con quién gobernará Kast si gana. El presidente de la formación ultra, Agustín Squella, ha dicho que es necesario establecer una coordinación fluida con Chile Vamos y otros partidos de oposición para que “nadie se sienta como invitado al Gobierno”. Kast y su equipo advierten que las expectativas deben ser moderadas, con Arrau afirmando que “si alguien espera que todo cambie el primer día, no va a ser así”.
