El Viaje de Jaime Manquillo: De la Violencia Familiar a la Protección Ambiental
A los 12 años, Jaime Manquillo dejó atrás su hogar en La Argentina, Huila, escapando de la violencia intrafamiliar. Buscando una vida mejor, se trasladó con uno de sus hermanos y un tío a El Caguán, en Caquetá, atraído por la bonanza cocalera. Al llegar a principios de los años 80, Manquillo encontró trabajo y pasó a ganar el triple de lo que obtenía en su municipio.
Un Liderazgo Emergente en un Entorno Difícil
Hoy, a sus 57 años, Manquillo reside en la vereda Santo Domingo, es padre de tres hijos y recientemente se separó de su esposa. Actualmente, ejerce como presidente de la Asociación Campesina Comunitaria Integral Núcleo Número 1 en Cartagena del Chairá (Acaiconucacha), una organización fundada en 2018 por 250 familias de 15 veredas que busca soluciones comunitarias al hambre, la cual ha crecido a 750 familias.
Al llegar a El Caguán, se estableció en la vereda Caño Negro, una zona controlada por la guerrilla de las FARC. Allí, su liderazgo floreció, una habilidad que había empezado a desarrollar siendo presidente de su clase en la escuela. A pesar de su distanciamiento con su padre, Manquillo reconoce que su educación en liderazgo también vino de él y de las enseñanzas de su profesor, Alexander Achuri. Su compromiso por los derechos campesinos lo llevó a ser presidente de la Junta de Acción Comunal durante ocho años y director de un equipo de fútbol.
Una Tragedia y un Cambio de Rumbo
El asesinato de su sucesor en la Junta de Acción Comunal marcó un punto de inflexión en su vida, llevándolo a alzar la voz contra la violencia de los actores armados. Para el año 2000, y ante la amenaza de represalias, Manquillo se trasladó a Santo Domingo, donde lo acogió otro hermano. A medida que los cultivos de coca disminuían, comenzaron a ser reemplazados por ganadería, lo que llevó a un deterioro gradual de la selva.
Iniciativas de Reforestación y Conservación
La llegada de funcionarios de la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible trajo esperanza mediante un proyecto de reforestación comunitaria. Este proyecto se centró en crear corredores productivos que combinan árboles maderables, no maderables y cultivos alimentarios. Manquillo y su comunidad recibieron semillas, plantas, kits solares y alambres, facilitando así un cambio hacia prácticas más sostenibles.
Compromiso con la Biodiversidad y la Sostenibilidad
Su hogar, una modesta construcción de madera, se sitúa en medio de 220 hectáreas de terreno, de las cuales solo 50 se utilizan para pastoreo. En su sala, Manquillo y otros miembros de la asociación realizan reuniones donde buscan estrategias para recuperar y respetar la biodiversidad local.
La colaboración con el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi) ha contribuido a crear conciencia entre los habitantes: “El 75% de nosotros creemos en la importancia de cuidar el bosque. Cada vez entendemos más que la ganadería extensiva destruye la selva”, señala Manquillo. A través de la asociación, se dedican a reforestar, restaurar fuentes hídricas y buscar alternativas económicas en un contexto difícil.
Un Futuro Sostenible
Los esfuerzos de la asociación están dando frutos, como la recuperación de laderas de ríos y terrenos que antes eran áridos debido a la deforestación. Manquillo considera que tener una vida digna y respetuosa con la tierra es el objetivo principal de su comunidad. A pesar de los desafíos de liderar en un entorno como el Amazonas, siente que es un privilegio vivir rodeado de naturaleza.
Tras 45 años en la selva, Manquillo destaca la importancia de la conservación: “Si cuidamos el bosque, podremos dejar algo bueno para las futuras generaciones”, afirma, subrayando su compromiso de revertir el legado de deforestación de sus antepasados.
