El actor y director teatral Adolfo Fernández ha fallecido a los 67 años en su residencia en Perales de Tajuña, Madrid, tras una intensa batalla contra el cáncer. Su legado incluye una voz única, una marcada presencia en el escenario y un compromiso inquebrantable con el teatro, que lo mantuvo activo hasta sus últimos días. Su deseo final fue donar su cuerpo a la ciencia, optando por no realizar un tanatorio ni un funeral.
Adolfo Fernández se convirtió en un rostro conocido gracias a su participación en series populares como Policías, en el corazón de la calle, Los 80, Águila roja, B&b, Amar es para siempre y Machos alfa. No obstante, su trayectoria es especialmente destacada en el teatro, donde fue fundamental tanto como actor como director a través de su compañía K Producciones, que fundó en 2002 junto a su esposa, Cristina Elso. Juntos se dedicaron a impulsar obras de autores contemporáneos españoles.
Desde sus inicios en el teatro vasco en los años 80, Fernández se destacó por su pasión y creatividad. Se formó en la Escuela de Teatro de Sestao, donde dirigió obras como Dulce puta y Woyceck. Más adelante, en 1996, debutó en el cine con A tiro limpio, y a partir de entonces su carrera se vio impregnada de éxitos tanto en la gran pantalla como en televisión.
En el ámbito cinematográfico, participó en películas como Hable con ella, El corazón del guerrero y Yoyes. Su vocación teatral lo llevó a encabezar K Producciones, una de las pocas compañías en España dedicadas a representar obras contemporáneas. En sus propias palabras, “Todo teatro es político”, reflejando su deseo de transmitir mensajes a través del arte. Junto a su esposa, optaron por hacer un teatro accesible y crítico con la realidad social.
Durante la primera década del siglo XXI, Fernández se destacó con obras como El uno y el otro, Vida y muerte de Pier Paolo Pasolini y En tierra de nadie. También realizó un monólogo impactante titulado Cantando bajo las balas. Como actor, colaboró frecuentemente con la actriz Sonia Almarcha y presentó trabajos reconocidos como El hombre elefante y El florido pensil.
Su luchadora naturaleza se evidenció en 2008, cuando superó una grave enfermedad; un momento que le hizo reflexionar sobre su vida y su papel como padre. Cabe destacar que sufrió una cirugía que le afectó la lengua, lo que complicó su capacidad de hablar, pero con dedicación logró recuperar su dicción.
Fernández también se destacó por su compromiso social, organizando talleres en cárceles y colaborando con ONGs. Su perspectiva crítica hacia la situación política de su amada tierra, el País Vasco, le convirtió en una voz influyente y reivindicadora. Proyectos como En la orilla, adaptación de la novela de Rafael Chirbes, evidenciaron su deseo de plasmar la corrupción y los males de la sociedad española.
En su obra, destacó por su capacidad para fusionar el arte con la política, y su dedicación al teatro fue inquebrantable. Proyectos recientes incluyen producciones como Siveria, sobre activistas LGTBI en Rusia, y El nadador de aguas turbulentas, que terminó de realizar a pesar de su enfermedad. En televisión, participó en series como Patria y Los favoritos de Midas.
Adolfo Fernández fue mucho más que un artista; fue un ser humano comprometido, un conversador apasionado sobre temas sociales y políticos, y un amante de su familia. Su legado trasciende el escenario y continuará vivo en la memoria de quienes lo conocieron. Un último deseo suyo se ha cumplido: seguir produciendo teatro hasta el final.
