Perú, un país con una rica historia y una población resiliente, enfrenta un desafío significativo en su gobernanza. A menudo se argumenta que el Perú es una nación ingobernable; sin embargo, este argumento ignora la esencia del problema: la incompetencia y falta de interés de los gobernantes, en lugar de los gobernados. La sociedad peruana, compuesta por personas trabajadoras y solidarias, busca un entorno de paz y estabilidad. A pesar de las adversidades, desde la época colonial con personajes como Pizarro y Atahualpa hasta las tragedias más recientes fomentadas por líderes como Abimael Guzmán y Alberto Fujimori, el pueblo peruano ha mostrado una notable capacidad de resiliencia y ha optado por el camino del perdón en lugar de la venganza.
La Crisis Política en Perú
En el contexto actual, lo que realmente está en crisis son los políticos. La pregunta planteada por Vargas Llosa en «Conversación en la Catedral» sobre cuándo se deterioró el Perú es relevante. Desde la elección de Alan García en los años ochenta, que resultó en un gobierno desastroso que facilitó la llegada de Fujimori, el país ha lidiado con crisis económicas y de seguridad, marcadas por episodios de hiperinflación y el terrorismo de Sendero Luminoso.
Fujimori, al llegar al poder, implementó un radical programa neoliberal que, aunque aparentó traer estabilidad económica, significó también la represión de grupos terroristas. Esta era de «shock» económico se asemeja a las reformas impuestas en Chile bajo Pinochet, y estableció un modelo que, aunque funcional en términos económicos, profundizó las desigualdades sociales.
Factores que Contribuyen a la Crisis Actual
Tres principales factores son responsables de la prolongada crisis en Perú. En primer lugar, el modelo económico neoliberal, que si bien ha permitido cierta estabilidad, ha generado una alta informalidad laboral, con un 70% de los trabajadores sin contratos ni protección. Esto es especialmente preocupante en sectores como el agropecuario (95.5%) y la construcción (86.4%), según datos de 2022.
En segundo lugar, el sistema político muestra una desconexión alarmante entre los partidos y la ciudadanía. Las 43 agrupaciones existentes parecen más interesadas en mantener su poder que en representar a la población. Esta falta de competencia y diálogo ha llevado a un debilitamiento de la política, centrada únicamente en la lucha por el poder.
Por último, el narcotráfico y las economías ilegales constituyen un grave desafío para el Estado, impactando negativamente en la gobernabilidad. Con un movimiento anual de hasta 10.000 millones de dólares en actividades ilegales, este fenómeno socava la confianza en las instituciones y distorsiona los procesos electorales.
El Aumento del Malestar Social
Desde hace más de una década, Perú ha experimentado un deterioro institucional continuo, exacerbado por una clase política enfocada únicamente en consolidar su poder. Según expertos como José Manuel Ferrary, esta situación ha fomentado un creciente malestar social, especialmente entre los jóvenes.
Las protestas comenzaron como un rechazo a la reforma del sistema de pensiones y la inseguridad, pero hoy abarcan un descontento más amplio, reflejado en la desconfianza hacia partidos políticos y las fuerzas del orden. La generación Z, nacida entre finales de los 90 y 2010, ha decidido tomar las riendas de la situación social, desafiando a una clase política que consideran corrupta y desconectada.
El fenómeno de los influencers y la auto-organización a través de redes sociales han permitido a los jóvenes expresar su malestar de forma masiva, llevando a una ruptura con el patrón pasivo de generaciones anteriores. La referencia a la bandera de la calavera de *One Piece*, símbolo de resistencia contra el autoritarismo, resuena entre estos jóvenes activistas.
A pesar de la corrupción y violaciones de derechos humanos que han marcado su historia reciente, figuras como Keiko Fujimori siguen teniendo influencia política, lo que refleja la complejidad del panorama actual. La reciente salida de Dina Boluarte y la llegada de José Jarí, un político cuestionado, han reavivado la incertidumbre sobre el futuro del país.
Actualmente, Perú enfrenta la necesidad de reestructurar su sistema político y social para poder avanzar hacia un futuro más prometedor, en el que se escuche la voz de sus ciudadanos. Este escenario de crisis debería servir como alerta para naciones cercanas, como Colombia, sobre los riesgos de la degradación política y el aumento de la exclusión social.