El 16 de noviembre, Chile se prepara para su primera elección presidencial y parlamentaria con voto obligatorio e inscripción automática. Según la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) publicada el 27 de octubre, antes de la veda de sondeos de 15 días previa a los comicios, uno de cada cinco chilenos aún no ha decidido su candidato a la Presidencia. Este grupo incluye tanto a quienes son indecisos como a aquellos que cambian de opinión con frecuencia o no están completamente seguros de su elección.
Cristina Anza, de 75 años, residente de Lo Prado en Santiago, es parte de los indecisos. “Haré mi voto, pero no sé por quién, porque estoy muy desorientada. Desde hace tiempo no votaba por desilusión con los políticos, y aunque ahora es obligatorio, ninguno de los candidatos me convence”, comentó en una conversación telefónica.
El informe Descifrando a los indecisos: desinteresados y desapegados, elaborado por el CEP, concluye que aquellos indecisos tienen una menor probabilidad de interesarse en la política o de confiar en el proceso electoral. César Gamarra, uno de los autores del estudio, destaca que este segmento presenta la creencia de que la democracia no es necesariamente el mejor sistema de gobierno y manifiestan una “indiferencia” entre regímenes autoritarios y democráticos. Su perfil suele incluir a mujeres, adultos mayores, habitantes de sectores urbanos y personas solteras, con menores ingresos.
El desafío de captar el voto indeciso
El voto de estos indecisos será crucial para candidatos como el ultraconservador José Antonio Kast, del Partido Republicano, la tradicional Evelyn Matthei y el libertario Johannes Kaiser. Paulina Valenzuela, analista política y directora de Datavoz, señala que la primera vuelta puede funcionar como una primaria para la derecha, pues no tienen un candidato único, a diferencia del oficialismo representado por Jeannette Jara.
La incertidumbre en la contienda aumentó con el crecimiento sostenido de Kaiser, que pone en duda la presencia de Kast en un eventual balotaje.
Clasificación de los indecisos
Los indecisos directos se clasifican en dos grupos por el CEP: los desapegados, que no votaron en las presidenciales de diciembre de 2021 y no tienen interés en esta elección; y los desinteresados, que sí votaron en las últimas elecciones pero no muestran interés en las del 2025. Este último grupo representa el 56% del total de indecisos, frente al 26% que se considera desapegado.
Los indecisos desinteresados son mayormente personas de más de 45 años, en su mayoría mujeres, que se identifican con el centro político y valoran la figura de un líder fuerte que gobierne sin necesidad de un Congreso. Sandra Quijada, coordinadora de opinión pública del CEP, señala que este grupo tiende a ser indiferente respecto a la democracia o los regímenes autoritarios, además de creer que el Estado debe garantizar el sustento económico de los ciudadanos.
Un rasgo distintivo es que presentan una baja valoración hacia las candidaturas presidenciales. Muchos de los encuestados indicaron que podrían no votar, y aquellos que sí respondieron mostraron preferencia por los candidatos mejor posicionados como Kast, Jara o Matthei.
Por otro lado, los desapegados suelen desinteresarse por la política y opinan que la democracia funciona mal. Muestran un pesimismo sobre la situación económica del país y tienden a simpatizar con regímenes autoritarios, apuntando su posible voto hacia candidatos como Kaiser o Franco Parisi, del partido de la gente.
El perfil de los votantes relativos
Valenzuela también identifica un tercer grupo: los votantes relativos, quienes manifiestan apoyo por un candidato, pero son propensos a cambiar de opinión. Este fenómeno es notable entre los votantes de derecha, quienes no presentan un representante único, y la indecisión se manifiesta no solo en aquellos que aún no han decidido, sino también en quienes podrían cambiar su preferencia.
El caso de Cristina Anza es representativo: aunque ha votado por la derecha, la implementación del sufragio voluntario en 2012 la llevó a alejarse de las urnas. Ella siente que “los políticos prometen más de lo que cumplen” y se muestra insatisfecha tanto con los discursos de Kast, Matthei y Kaiser como con el partido de izquierda, aunque simpatiza con sus orígenes humildes. También expresa su preocupación por el Gobierno de Gabriel Boric y la gestión de Jara en el área laboral, subrayando que no ha logrado resolver problemas cruciales como la inseguridad.