Violencia en Buenos Aires, Cauca: un regreso al terror del pasado
En los momentos más críticos del conflicto armado en Colombia, el departamento del Cauca fue escenario de la feroz lucha del grupo guerrillero FARC por el control territorial. Este ciclo de violencia ha resurgido con un reciente ataque realizado por disidencias de este grupo en el municipio de Buenos Aires, donde más de 30,000 personas se vieron confinadas el pasado martes.
El ataque armado
La incursión se inició a las seis de la mañana del 16 de diciembre, cuando el frente Jaime Martínez, bajo el liderazgo de Iván Mordisco, lanzó múltiples cilindros de gas explosivos sobre el parque central. Poco después, hombres armados comenzaron a atacar la estación de Policía, cuya capacidad de defensa fue insuficiente frente a cerca de un centenar de agresores. En medio del caos, el párroco del municipio hizo un llamado a la policía a rendirse, pidiendo a los disidentes que respetaran la vida.
El enfrentamiento resultó en la muerte de dos policías y dejó a ocho más heridos. La población quedó incomunicada, sin acceso a energía eléctrica ni agua, mientras las vías de acceso fueron cerradas con artefactos explosivos sin detonar. Pablo César Peña, alcalde de Buenos Aires, criticó la tardía respuesta del Ejército, que demoró más de cinco horas en llegar, a pesar de la cercanía con Cali, una de las principales ciudades de Colombia.
La situación de inseguridad
Este ataque es parte de una creciente ola de violencia en el Cauca, donde los grupos ilegales están intensificando sus operativos. Buenos Aires, considerada un estratégico punto de control, permite el movimiento de armamento y personas, así como la regulación de rutas que conectan esta región con el océano Pacífico. En el municipio existen aproximadamente 1,203 hectáreas de cultivos de hoja de coca, además de actividades ilegales extractivas.
Las repercusiones del ataque han sido inmediatas. Al día siguiente, se encontraron 15 cilindros bomba en las cercanías del municipio, que debieron ser detonados de forma controlada por las autoridades. Mientras tanto, la vicepresidenta Francia Márquez se pronunció en redes sociales, expresando que el Gobierno no permitirá que grupos armados impongan el terror en el territorio.
Tendencia creciente de hostigamientos
El ataque en Buenos Aires no es un hecho aislado. En el último año, las disidencias bajo el mando de Mordisco han intensificado sus hostilidades, incluyendo ataques con explosivos en otros lugares como Cali. Recientemente, un atentado en el frente de una base militar en el Valle del Cauca evidenció la escalada de violencia, que además incluye reclutamiento de menores en varias localidades.
El presidente Gustavo Petro, que ha mantenido una postura firme contra Mordisco, rompió los diálogos de paz el pasado marzo, catalogando a su líder como un «narcotraficante vestido de revolucionario» y estableciendo una recompensa de 5,000 millones de pesos por su captura. A pesar de estas medidas, la violencia continúa sin un panorama claro de resolución.
Desplazamiento y temor en la comunidad
En respuesta a la ola de violencia, la comunidad ha sufrido desplazamientos forzados. Muchos habitantes se han visto obligados a abandonar sus hogares, llevando consigo a sus hijos y animales en un intento de escapar del peligro. Líderes locales han denunciado el maltrato de la Fuerza Pública hacia los desplazados, aumentando la desesperación en una población ya fragilizada por el conflicto.
A medida que el miedo vuelve a tomar las calles de Buenos Aires, las alarmas por nuevos ataques permanecen activas. En medio de la tensión, se han registrado numerosas imágenes que reflejan el pánico de aquellos que deben dejar todo atrás, con el mensaje claro: el terror reinante aún tiene un profundo impacto en la vida de esta comunidad.
