El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reunirá este viernes en la Casa Blanca con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, en un encuentro que busca acelerar el fin de la guerra entre Ucrania y Rusia. Trump, quien afirma haber contribuido al alto el fuego y el intercambio de rehenes en Gaza, pretende aprovechar este impulso para alcanzar un acuerdo en el conflicto ucraniano.
La reunión sigue a una conversación telefónica que Trump mantuvo el jueves con el presidente ruso, Vladímir Putin, donde acordaron reunirse en Budapest en las próximas semanas, marcando su segundo encuentro personal tras la cumbre en Anchorage, Alaska, el 15 de agosto. Mientras Trump anticipa que el encuentro se realizará pronto, el Kremlin advierte que podría haber demoras debido a la necesidad de resolver varios detalles.
Uno de los temas centrales de la agenda será la solicitud de Ucrania para recibir misiles de largo alcance Tomahawk, capaces de atacar profundamente en territorio ruso. Según informes de Kiev, estos misiles, con un alcance de hasta 2.500 kilómetros, podrían golpear instalaciones críticas, como refinerías de petróleo y fábricas de armamento, más allá de la línea del frente. Su efectividad superaría a la de los misiles británicos Storm Shadow, que tienen un alcance máximo de 250 kilómetros, y servirían como un claro mensaje al Kremlin sobre el firme apoyo de Washington a Ucrania.
Trump había expresado previamente que consideraría el envío de los Tomahawk si Rusia no volvía a la mesa de negociaciones, aunque tras la conversación con Putin, su tono parece más cauteloso. «Nosotros también necesitamos nuestros Tomahawks, no podemos vaciar nuestras reservas», comentó en un evento en el Despacho Oval.
Por su parte, Putin ha advertido que el envío de estos misiles representaría “una nueva fase en la escalada”, que podría afectar las relaciones entre Rusia y Estados Unidos. Además de discutir los Tomahawk, Trump y Zelenski también podrían abordar otro tipo de armamento. El mes pasado, Zelenski propuso un “megaacuerdo” por el cual Ucrania recibiría cerca de 90.000 millones de dólares (aproximadamente 77.000 millones de euros) en armas estadounidenses.
Una delegación de Ucrania, liderada por el asesor presidencial Andrii Yermak, ha estado en Washington a lo largo de esta semana para reunirse con ejecutivos de importantes empresas de defensa estadounidense, como Raytheon y Lockheed Martin.
La atmósfera de la reunión en la sala del Gabinete del ala Oeste será notablemente distinta a la de su primer encuentro durante el segundo mandato de Trump, cuando ambos líderes intercambiaron ataques en el Despacho Oval. Este cambio radical en las posiciones de Trump se ha visto impulsado por diversos factores, destacándose la presión de Europa, así como su frustración ante el rechazo de Putin a un alto el fuego y las decepciones respecto a la efectividad militar de Rusia.
El mandatario estadounidense, quien anteriormente veía inminente la victoria de Rusia en el conflicto, ha observado el fracaso de la reciente ofensiva de las fuerzas invasoras y ha criticado los serios problemas económicos que enfrenta Moscú. A pesar de su frustración con Putin, Trump ha evitado implementar sanciones contra Rusia, aunque su Administración ha impuesto un arancel del 25% a India por su compra de energía rusa, sin adoptar medidas similares contra China, su principal socio comercial.
En sus declaraciones tras la conversación con Putin, Trump no aclaró si reactivará las amenazas de sanciones contra el Kremlin si este no participa en las negociaciones.