Poza Rica clama por apoyo urgente ante las devastadoras inundaciones en México

EL PAÍS

Recuperación tras la inundación en Ignacio de la Llave, Veracruz

“¡La luz ha vuelto, la luz ha vuelto!” gritan con euforia los vecinos de Ignacio de la Llave, en Poza Rica, Veracruz. Transcurridos cuatro días desde que el río Cazones se desbordó con fuerza devastadora, algunas zonas comienzan a recuperar la electricidad. Los residentes corren a cargar sus teléfonos y los pocos dispositivos que sobrevivieron a las aguas, que alcanzaron hasta 4 metros de altura en algunas áreas, arrasando todo a su paso. Las paredes permanecen húmedas, el lodo cubre sus piernas y el hedor a en descomposición se hace presente. En esta comunidad, una de las más afectadas por las , la catástrofe es palpable, como si las aguas hubieran subido apenas anoche. Los habitantes de Ignacio de la Llave se quejan de la tardanza en la llegada de la asistencia y la respuesta de las autoridades.

Rutinas diarias en medio del desastre

Las botas de goma se han convertido en parte del uniforme diario de los pozarricenses, junto con escobas y palas. Algunos llevan mascarillas mientras intentan rescatar pertenencias del fango. Las imágenes de familias enteras cargando colchones, lavadoras y ropa hacia montículos en crecimiento son comunes. Por la carretera hacia Poza Rica, un convoy de aproximadamente 15 camiones cisterna y vehículos de suministro avanza con letreros que indican “Apoyo solidario de la Ciudad de a Veracruz”. Sin embargo, los residentes afirman no haber recibido asistencia.

Con las primeras luces del sol, los sobrevivientes de las inundaciones inician su rutina de limpieza en lo que parece haber sido un paso de tornado. En contraste con Huauchinango, Puebla, donde personal militar y voluntarios trabajan en coordinación, en Poza Rica, con cerca de 190,000 habitantes, la ayuda gubernamental ha sido escasa. Durante la visita a la zona del desastre, que ha dejado al menos 64 muertos y 65 desaparecidos en cinco estados, la presencia de personal militar y de servicios civiles es dispersa o simplemente inexistente. “Este es el cuarto día y no han llegado, o lo hicieron brevemente. Hay mucho trabajo por hacer en las casas. Quienes vivimos aquí no podemos con toda la lodo y lo que se ha arruinado. Necesitamos mucha ayuda,” expresa Roberto, un residente de 64 años.

Descontento entre los habitantes de Poza Rica

El descontento en Poza Rica es evidente. Las quejas de los residentes llegaron a la presidente durante su visita a la zona el pasado domingo. Los habitantes la recibieron con gritos y demandas, y también criticaron las declaraciones de la gobernadora Rocío Nahle, quien calificó lo sucedido como “un ligero desbordamiento”. Las familias se quejan de la falta de advertencias y planes de emergencia, y su indignación se mezcla con agotamiento y incertidumbre. No tienen claro cuántas personas efectivamente fallecieron en el estado, pues el balance oficial reporta 29 muertos, ni qué pasará con sus hogares.

Caos en las calles y escasez de recursos

Las principales avenidas están colapsadas. Automóviles y camiones circulan desordenadamente buscando ayuda, en trayectos confusos por la falta de semáforos operativos. Los restaurantes y tiendas están cerrados y muchos negocios fueron saqueados durante los días después de las inundaciones. “El saqueo empezó rápido,” relata Roberto. “Nos quedamos en nuestras casas a vigilar, aunque ya no queda nada por robar.”

Los residentes mencionan que la única ayuda real ha provisto la Cruz Roja y algunas figuras públicas. Uno de ellos es Yulay, un youtuber del Estado de México con más de siete millones de seguidores, quien ha traído suministros a los barrios. En sus redes sociales ha señalado cómo el gobierno ha bloqueado el acceso a quienes intentan brindar ayuda. Ante una pregunta sobre el tema, Sheinbaum respondió que “el pueblo mexicano es muy generoso y siempre quiere ayudar”, asegurando que su administración trabaja “con toda transparencia” en la distribución de donaciones.

Actividades de recuperación y planes de apoyo

El secretario de , , estableció un grupo de trabajo para coordinar la movilización de recursos y donaciones del sector privado. Su objetivo es identificar las necesidades más urgentes en colaboración con los gobiernos estatales y canalizar el apoyo de manera eficiente. Ebrard también anunció que una vez superada la emergencia, se diseñarán programas de reactivación económica para las regiones afectadas.

Desastres en Álamo Temapache

Las intensas lluvias afectaron cinco estados: Veracruz, Puebla, Hidalgo, y Querétaro, dejando más de 100,000 hogares dañados. Veracruz fue el más impactado, y Álamo Temapache, a unos 55 kilómetros de Poza Rica, ha sido una de las localidades más críticas en mencionar la insuficiente asistencia gubernamental. Allí, los vecinos han vivido en el lodo por días, en medio de escenas similares a las de Poza Rica, pero han recibido incluso menos ayuda. Sus caminos están bloqueados por deslizamientos de tierra, dificultando el acceso.

En este lugar, el desastre llegó de manera sorpresiva, durante la noche. Los habitantes referían que desde entonces el sonido de la lluvia provoca pánico. “Comienza a llover y pensamos que va a suceder de nuevo. No sabemos qué esperar,” comentan, mientras el sonido del arroyo que arrasó sus hogares resuena. La electricidad va y viene.

El martes, una caravana de la Cruz Roja, con ambulancia y cinco camiones de comida y agua, salió de Poza Rica hacia Álamo. Al ver los vehículos, los vecinos comenzaron a correr hacia ellos. “¡Déjenme aquí la comida, somos muchas familias, ayúdenos!” gritó una mujer desde el otro lado de un puente que ya no existe, dejándolos aislados.

Desafíos para la Cruz Roja

Voluntarios se agrupan frente a una fila de aproximadamente 300 personas, repartiendo kits de emergencia y atendiendo heridas dentro de la ambulancia. Gabriel López, jefe de operaciones de inundaciones de la Cruz Roja Mexicana, explica que las lluvias han complicado la situación. “La operación se enfrenta a dificultades de acceso debido a los bloqueos y deslizamientos de tierra, además de otros contratiempos como llantas ponchadas”, dice. La misión en este municipio busca entregar alimentos, suministros de higiene y kits de limpieza a unas 2,000 familias, gracias a donantes como Walmart. “Muchos voluntarios también ha perdido sus hogares y trabajan bajo estrés físico y emocional para coordinar la entrega de ayuda y monitorear los riesgos de derivados de las inundaciones,” agrega López.

Solidaridad entre vecinos

A las cinco de la mañana del viernes en Poza Rica, Alejandro Olarte intentaba dormir. Las advertencias sobre el creciente nivel del río Cazones se multiplicaban en las redes sociales, pero nadie sabía con certeza cuán grave era la situación. “Algo no sonaba normal,” recuerda. Decidió despertar a su madre y algunos vecinos. Subieron al automóvil justo minutos antes de que el agua llegara a su calle. A su regreso a casa, Olarte observa lo que queda de su pequeña tienda de alimentos: nada.

Historias como la de Olarte se repiten en Poza Rica. Personas que advirtieron a sus vecinos, que corrieron de puerta en puerta, que ayudaron a otros a subirse a los techos. Se habla del hombre que activó la “bocina” de Pemex, la alarma de desastre del municipio, aparentemente por su cuenta, sin órdenes superiores. “No me considero un héroe,” aclara Olarte. Como suele suceder tras , gran parte del trabajo recae en los sobrevivientes. Jóvenes transportan muebles pesados, otros preparan alimentos y distribuyen agua. “Nosotros somos los únicos que sabemos cuánto estamos sufriendo,” concluye Jorge, un residente de Álamo. “Aquí ya no preguntamos ‘¿Cómo estás?’, simplemente decimos ‘¡Ánimo!’”.

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