El Templo y el Enfrentamiento de Cristo con los Mercaderes
Los Evangelios de Marcos, Mateo, Juan y Lucas relatan un episodio significativo de la vida de Cristo, donde se muestra su indignación ante la mercantilización del Templo. Al observar cómo los cambistas y tratantes de animales habían invadido este espacio sagrado, Jesús decidió actuar. Con un látigo de cuerdas en mano, expulsó a los comerciantes, derribó sus mesas y esparció las monedas por el suelo. Este acto de furia simbolizaba su rechazo a la fusión de la fe con la corrupción y los intereses comerciales. Al afirmar que su casa debía ser un lugar de oración y no una «cueva de ladrones», Jesús redimía el verdadero significado del Templo.
El Recuerdo de los Mercaderes
La respuesta de los mercaderes no tardó en llegar. Históricamente, estas personas han sido rencorosas y nunca olvidaron la humillación de su expulsión. Esta confrontación se ha representado artísticamente por pintores como El Greco, quien capturó el tumulto entre la fe y el dinero, retratando rostros, jaulas y cestos en su obra. A través de su arte, El Greco rindió homenaje a maestros como Tiziano y Miguel Ángel, evidenciando su frustración ante la avaricia de los cambistas.
La Reflexión sobre el Comercio y la Espiritualidad
La historia de la expulsión de los mercaderes del Templo sigue siendo relevante en la actualidad. La célebre frase de Edmundo O’Gorman, historiador mexicano, resuena profundamente: “La Navidad es la venganza de los mercaderes contra Jesús por haberlos expulsado del templo”. Esta afirmación, que Gonzalo Celorio recuerda en su obra Ese montón de espejos rotos (2025), invita a reflexionar sobre el papel que juegan la espiritualidad y los negocios en la sociedad contemporánea. Los mercaderes de hoy, al igual que los de antaño, buscan afianzarse en un mundo que a menudo parece desdibujar las líneas entre lo sagrado y lo comercial.
