Chile da un paso hacia la reinserción social juvenil con nuevo servicio
La reinserción social de jóvenes se ha convertido en un tema crucial en Chile. A menudo se escucha que “es tarea de todos”, pero esta afirmación conlleva un riesgo; lo que es de todos puede transformarse rápidamente en responsabilidad de nadie. La reinserción requiere claridad en las obligaciones, una buena distribución de roles y un Estado que lidere un proceso intersectorial, complejo y duradero.
Creación del Servicio Nacional de Reinserción Social Juvenil
Por primera vez en el país, se está abordando este vació institucional. La creación del Servicio Nacional de Reinserción Social Juvenil, la primera institución dedicada exclusivamente a la reinserción de jóvenes infractores, marca un hito significativo en la política pública. Esta nueva entidad no solo representa una división administrativa, sino que también reconoce la necesidad de una especialización en el proceso de dejar el delito, que hasta ahora había sido inexistente.
Políticas y objetivos claros
Contar con una Primera Política Nacional de Reinserción Social Juvenil y un Plan de Acción hasta 2030 transforma radicalmente el abordaje del problema. Se establece un marco común para todas las instituciones involucradas, con metas, indicadores y obligaciones claras. Ya no se trata simplemente de buenas intenciones, sino de un contrato público que define quién hace qué, cuándo y qué resultados se esperan. La reinserción se convierte en un deber exigible.
El rol del Estado en la reinserción
El Estado tiene la responsabilidad de garantizar derechos, asegurar la continuidad educativa, ofrecer atención de salud mental y tratamiento para el consumo problemático de alcohol y drogas, así como de acompañar a las familias en procesos complejos. Además, debe proteger trayectorias vitales que han estado marcadas por la precariedad y la exclusión. Es esencial que la política pública se vea como una inversión a largo plazo.
Oportunidades laborales y comunitarias
La evidencia internacional indica que salir del delito no es un proceso que se desarrolle simplemente por la declaración institucional. Es un proceso social, relacional y colectivo. Los jóvenes necesitan oportunidades laborales reales, comunidades que no los excluyan, barrios capaces de ofrecer alternativas y empresas dispuestas a generar inclusión. Ofrecer una segunda oportunidad no es una muestra de ingenuidad, sino una inteligente estrategia social. Invertir en la reinserción juvenil es una de las formas más efectivas de reducir la inseguridad, como lo demuestran estudios nacionales e internacionales.
El papel de la sociedad civil y la academia
La sociedad civil desempeña un papel crucial en este proceso, habiendo trabajado durante décadas en áreas donde el Estado no siempre ha llegado. Su labor ha transformado prácticas y propuesto metodologías basadas en evidencia. Por otro lado, la academia ha generado conocimientos que respaldan las decisiones públicas. Los datos indican que la mayoría de los jóvenes infractores desean dejar el delito, y que la violencia y el crimen son condiciones sociales en lugar de características individuales.
La importancia de la opinión pública
Un elemento decisivo en este panorama es la opinión pública. Reconocer que ningún joven nace condenado y que la seguridad se construye ampliando oportunidades es fundamental. De esa manera, la reinserción se convierte en un objetivo compartido y creíble.
Así, la reinserción juvenil es efectivamente tarea de todos, pero de una forma rigurosa. El Estado debe coordinar y garantizar derechos; la sociedad civil, aportar experiencia; la academia, evidencias; las empresas, generar oportunidades; y la ciudadanía, comprometerse a entender que la seguridad es un esfuerzo colectivo.
Frente a un desafío que afecta a toda la sociedad, es esencial la colaboración para abordar la inseguridad de forma efectiva y sostenible.
