Virus Málaga: El enigmático código que inquietó a Google durante 30 años

Virus Málaga: El enigmático código que inquietó a Google durante 30 años

A inicios de la década de 1990, un virus informático desconocido afectó los ordenadores de la Escuela Politécnica de la Universidad de Málaga. Aunque no era malicioso, generó confusión entre los usuarios, quienes no sabían cómo manejarlo. Adolfo Cid, un profesor de la institución, lanzó un desafío a uno de sus estudiantes: resolver el problema a cambio de mejorar su nota. Bernardo Quintero, un joven estudiante, aceptó el reto, logró encontrar la solución y, además de aumentar su calificación, descubrió su verdadero interés por la informática. Posteriormente, fundó Hispasec, la primera empresa de seguridad informática en España, y más tarde creó VirusTotal, que fue adquirida por Google en 2012. Hoy, Quintero se desempeña como director del centro de ciberseguridad de la compañía estadounidense en Málaga, pero aún tenía una pregunta pendiente: ¿quién creó el virus que cambió su vida?

Un misterio bien guardado

En numerosas entrevistas, Quintero, de 51 años, mencionó el suceso. Recordaba su primer ordenador, un Spectrum, pero el creador del virus seguía siendo un enigma. Se había especulado que el virus se desarrolló en su facultad, y firmas de antivirus como McAfee y Panda lo llamaron «Virus Málaga». A pesar de su reducido tamaño de 2610 bytes, el virus contaba con un funcionamiento sofisticado para la época. Se enmascaraba en la memoria del sistema y se propagaba a otros disquetes y archivos ejecutables sin causar daños. Sin embargo, cada primer día del mes mostraba un mensaje: «HB=ETA=ASESINOS. PENA DE MUERTE AL TERRORISMO», un eco de los atentados de ETA que asolaban España en esos años.

La búsqueda del autor

Esta semana, Quintero, de vacaciones, decidió retomar la búsqueda del autor del virus. En un mensaje publicado en redes sociales, invitó a aquellos que conocieran al creador a manifestarse: “Si tienes alguna pista o simplemente quieres reivindicar tu obra maestra de la juventud, ¡manifiéstate!”. Aunque había intentado previamente sin éxito, esta vez recibió respuestas que, a pesar de su vaguedad, lo motivaron a investigar más. Analizó cinco mensajes más detallados, pero no logró encontrar respuestas concluyentes. Sin embargo, revisó el código original y descubrió una serie de bytes en forma de firma: los números 4B y 49, que en código ASCII se traducen a KI. Entonces, se adentró en una segunda versión del virus, llamada Málaga II, que también enviaba mensajes el día 15 de cada mes y que contenía más datos, incluyendo el mensaje KIKESOYYO.

El hallazgo de Antonio Astorga

Quintero, recién nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Málaga, decidió profundizar en su investigación. Un contacto en LinkedIn, Adolfo Ariza, empleado del Ayuntamiento de Córdoba, sugirió que conocía al autor, quien era compañero suyo en la Politécnica malagueña. Ariza mencionó que el creador del virus, Antonio Astorga, había desarrollado el código con la intención de jugar y dar un mensaje sobre la situación con ETA. Lamentablemente, Astorga había fallecido hace unos años debido a un cáncer.

El legado de un programador

Buscando más información, Quintero investigó sobre Astorga y descubrió que había sido profesor de informática en el instituto Miraya del Mar en Torre del Mar, cerca de su hogar en Vélez-Málaga. Entre sus múltiples proyectos, había creado un programa precursor del sistema iPasen utilizado por la Junta de Andalucía para el seguimiento educativo. Sin embargo, la conexión con KIKESOYYO seguía sin aclararse hasta que se enteró de que el segundo nombre de Astorga era Enrique, y que en su círculo familiar se le conocía como Kike. Para cerrar el círculo, Quintero contactó a Sergio Astorga, el hijo de Antonio, quien se mostró emocionado al hablar sobre la historia de su padre y su legado. Sergio también contó que su padre había desarrollado el virus con mucho esfuerzo.

Finalmente, la conexión entre Quintero y la familia de Astorga se formalizó en un encuentro en las oficinas de Google en Málaga, donde murieron viejos misterios y se honró la memoria de un hombre cuyo ingenio dejó huella en la historia de la seguridad informática. Quintero escribió en sus redes sociales un mensaje emotivo dirigido a Antonio: “Allá donde estés: encontré tu llamada, encontré tu firma, y no será en vano”.

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