Buenos Aires y su Navidad en Silencio: El Trauma tras el Ataque de las FARC

Buenos Aires y su Navidad en Silencio: El Trauma tras el Ataque de las FARC

Violento ataque en Buenos Aires, Cauca, a días de Navidad

Buenos Aires, un municipio del norte del Cauca, Colombia, ha sido escenario de una de las tomas armadas más devastadoras de su historia. Este ataque tuvo lugar el 16 de diciembre, a tan solo días de la Navidad, cuando hombres del frente Jaime Martínez, un grupo disidente de las extintas FARC bajo el mando de Iván Mordisco, asaltaron la sede de la Policía local. Durante más de nueve horas, cientos de combatientes atacaron la estación policial sin que nadie pudiera ofrecer apoyo a los 17 uniformados presentes. Los disparos de fusiles, detenidos cilindros-bomba y explosivos lanzados desde drones sumieron al pueblo en un silencio aterrador.

La calma rota en diciembre

El ataque dejó un rastro de escombros en el barrio Calicanto, ubicado frente al parque municipal. A pesar de no haber dejado muertos, ocho policías resultaron heridos tras resistir en un búnker subterráneo diseñado para este tipo de situaciones. Desde el día del ataque, los habitantes han dejado de celebrar las festividades decembrinas que antes llenaban el ambiente. “Desde ese día no se escucha la pólvora de las fiestas de diciembre”, comentó un hombre en la iglesia municipal.

Un asalto con advertencias

El 16 de diciembre, momentos antes de que comenzara el ataque, el sonido de villancicos animaba a los residentes. Sin embargo, dos ráfagas de fusil y una explosión silenciaron la música. Un líder disidente tomó el megáfono de la iglesia y dio un ultimátum a los habitantes: tenían diez minutos para evacuar. La intrusión violenta forzó a muchos a dejar sus hogares, mientras otros se escondían en el monte cercano.

La experiencia de Elba y Constantino, una pareja de ancianos, ilustra el pánico desatado. Se escondieron en un baño cuando los armados invadieron su hogar y, tras huir, encontraron un refugio bajo árboles al escuchar los sobrevuelos de helicópteros del Ejército.

Devastación a la vista

Los atacantes, armados y vestidos de camuflado, tomaron posiciones alrededor de seis viviendas frente a la estación de Policía, desde donde abrieron fuego. A medida que se intensificaba el ataque, la comunidad se mantenía en un estado de terror, con bombardeos de cilindros y drones explosivos. A pesar de la súplica del párroco para que los policías se entregaran, los uniformados decidieron resistir.

Hoy, las calles del municipio están marcadas por la violencia. Las casas, muchas de ellas con banderas blancas, muestran las secuelas del ataque: techos derrumbados y fachadas destruidas. Humberto Chavestán, un minero cuyo hogar se consumió en llamas, narra la pérdida dolorosa de todo lo que tenía, mientras otros vecinos cuentan historias de evacuación en un clima de tensión constante.

Consecuencias y contexto

Buenos Aires, con aproximadamente 30,000 habitantes, ha funcionado como un punto estratégico para las rutas rurales del Cauca. La historia reciente de violencia en la región se remonta a la presencia de grupos ilegales, que hasta el Acuerdo de Paz de 2016, estaban en manos de las FARC. Desde entonces, el frente Jaime Martínez ha tomado control y ha impuesto un clima de temor en el área.

Si bien el pueblo había logrado mantenerse alejado de ataques anteriores, los recientes eventos generan preocupación. A pesar de las advertencias de un posible ataque, la comunidad no pudo anticipar la magnitud de la ofensiva. Estos acontecimientos han dejado a los pobladores en un estado de alerta permanente, tratando de recomponer sus vidas en medio del miedo.

La respuesta militar y la incertidumbre

La tardanza en la respuesta del Ejército fue motivo de agitación entre los vecinos, cuya solicitud de auxilio fue atendida cinco horas después de iniciada la toma. El Ministerio de Defensa justificó la demora por condiciones climáticas que, según testigos, no existieron. Los habitantes, resentidos, argumentan que la respuesta tardía afectó severamente a la comunidad.

Un futuro incierto

Mientras algunos habitantes trabajan para limpiar los escombros, la parálisis y el miedo continúan siendo una constante en sus vidas. El ecosistema de fragilidad social y económica que enfrenta Buenos Aires se complica aún más con la amenaza de nuevos ataques. En este contexto, las campanas de la iglesia resuenan, aunque la comunidad enfrenta un futuro incierto, marcado por la memoria de la violencia.

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