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La Revolución del Pistacho en San Juan, Argentina
En la árida provincia de San Juan, Argentina, el agua se ha transformado en un símbolo de supervivencia y resiliencia. La leyenda local de Deolinda Correa, quien murió de sed en 1841 durante las guerras civiles, resuena en la memoria de sus habitantes. Su historia, en la que su bebé sobrevivió, da vida a la tradición de dejar botellas en su santuario, un reflejo de la lucha diaria por el agua en una región donde este recurso escasea.
Un auge en medio de la sequía
A pesar de la escasez de agua, la provincia ha visto un crecimiento notable en el cultivo de pistachos. La superficie destinada a estas plantaciones ha aumentado de 1.000 hectáreas en 2013 a entre 7.500 y 8.500 hectáreas en la actualidad, según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). San Juan representa aproximadamente el 90% de esta producción, pero el agua, un recurso crítico, sigue siendo un desafío.
La región ha estado sufriendo una grave sequía hidrológica durante más de una década, exacerbada por el cambio climático. Según el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), los glaciares en los Andes han disminuido un 17% en los últimos 15 años. Esto ha cambiado drásticamente la disponibilidad de agua. “En San Juan llueve entre 80 y 100 milímetros al año y las sequías son cada vez más frecuentes”, explica Leandro Salvioli, investigador del Instituto Nacional del Agua (INA).
Un cultivo exigente
El pistacho se adapta mejor a la escasez de agua en comparación con otros cultivos, gracias a la profundidad de sus raíces. Sin embargo, para obtener rendimientos comerciales significativos sigue requiriendo considerables cantidades de agua. Gonzalo Sánchez Cañete, del INTA San Juan, afirma: “Es un cultivo interesante para las zonas áridas, pero necesita agua para producir”.
Las empresas productoras, como Pistachos de los Andes y Prodeman, han implementado tecnologías para optimizar el uso del agua, como el riego por goteo, que puede reducir el consumo en un 80% comparado con métodos tradicionales. En la finca de Pistachos de los Andes, que ocupa 300 hectáreas en 25 de Mayo, se producen entre 2.800 y 3.000 kilogramos de pistachos por hectárea al año.
Demanda global y oportunidades
El aumento de la producción de pistachos en Argentina responde a una tendencia global, con proyecciones de crecimiento del 7% para este año. El precio del pistacho ha aumentado un 17%, alcanzando los 23 dólares por kilo. En Argentina, el mercado de frutos secos, que abarca unas 22.000 hectáreas, ve al pistacho como una oportunidad para diversificarse y atender la creciente demanda de alimentos saludables.
A nivel local, la apertura del mercado chino para las importaciones de pistacho, anunciada para 2025, representa un potencial importante. China importa alrededor de 170.000 toneladas de pistachos anualmente, aunque actualmente Argentina no puede satisfacer esta demanda. “Para cubrir ese mercado primero necesitamos aumentar nuestra producción”, comenta Ernesto Taboada, director del Consejo Chino-Argentino.
Equilibrio entre producción y conservación
A pesar de las oportunidades, los productores enfrentan el reto de equilibrar la expansión agrícola con la gestión del agua en una de las regiones más secas del país. Salvioli advierte sobre la explotación insostenible del acuífero, que se recarga más lentamente de lo que se extrae. “La tecnología puede ayudar, pero la cuestión no es solo limitar el uso de agua, sino también cómo se gestiona”, afirma Cañete.
Las empresas, por su parte, se están posicionando como ejemplos de eficiencia. Según Miguel Moreno, secretario provincial de Agricultura, el 97% de sus operaciones utilizan tecnología moderna para el riego. Sin embargo, el futuro del pistacho en San Juan dependerá de la capacidad del sector para adaptarse a los desafíos hídricos y encontrar un equilibrio entre el crecimiento productivo y la conservación de un recurso vital.
