“La IA facilita el plagio en exámenes universitarios: ¿qué se puede hacer?”

“La IA facilita el plagio en exámenes universitarios: ¿qué se puede hacer?”

En un examen del grado de informática en la Universidad de Salamanca, el profesor Javier Blanco paseaba por el aula con unos auriculares, lo que generó curiosidad en el alumno Víctor Funcia. “Él aquí escuchando la radio mientras nosotros hacemos el examen”, pensó Funcia. Sin embargo, Blanco no sólo escuchaba música, sino que trataba de captar una señal de radio específica. Fue entonces cuando ocurrió lo inesperado: “Me pegó un pico de adrenalina”, recuerda el profesor.

Blanco descubrió que un estudiante había recibido respuestas del examen a través de un auricular oculto. Este dispositivo, conocido como nanopinganillo, es tan pequeño que se aloja junto al tímpano y requiere un imán para ser retirado. En esta ocasión, no había un solo usuario de estos dispositivos, sino tres, que solo fueron identificados más tarde.

Aunque este incidente sucedió este verano, los pinganillos ya se utilizaban antes de la pandemia. En 2019, profesores de la Universidad Politécnica de Valencia publicaron un artículo científico sobre cómo crear un detector para este tipo de fraude. Ismael Ripoll, uno de los autores, mencionó que, aunque tenían sospechas, no lograron detectar copias en ese entonces.

Javier Blanco utilizó este artículo como guía para desarrollar su propio detector, similar al caso de un profesor en un instituto de Madrid que también implementó un sistema similar. La principal diferencia entre esos incidentes pasados y los actuales es la proliferación de la inteligencia artificial (IA). Hoy en día, un estudiante puede tomar una foto del examen, enviársela a un familiar o amigo, quien puede usar ChatGPT para obtener respuestas.

El uso de pinganillos ha sido ampliamente documentado en redes sociales, donde circulan videos que explican su funcionamiento. Dispositivos como el Pingaoculto, disponible en Internet por 42,99 euros, generan interés entre los estudiantes, aunque muchos de estos sistemas requieren de equipos adicionales que pueden resultar aún más complicados de ocultar.

Retos en la educación universitaria

El fenómeno de la copia en exámenes se ha convertido en un serio desafío para las universidades españolas. José Juan López, vicerrector de estudiantes de la Universidad Miguel Hernández (Elche), señala: “Es un problemón que tenemos, y la tecnología avanza de manera que resulta difícil de detectar y legislar”.

A medida que la tecnología evoluciona, aparatos como gafas, relojes y bolígrafos con capacidades de respuesta se vuelven cada vez más comunes en las aulas. Aunque los móviles están prohibidos durante los exámenes, muchos estudiantes logran introducir dispositivos adicionales de forma clandestina. La IA tiene la capacidad de ofrecer soluciones instantáneas a preguntas, eliminando la necesidad de estudiar con anticipación.

Este acceso a métodos de copia puede influir en la competencia académica. Funcia, alumno de la Universidad de Salamanca, subraya que copiar en asignaturas fáciles genera interrogantes sobre la motivación para recurrir a este tipo de fraudes. “El sistema de notas promueve una competitividad individualista”, añade.

Sanciones insuficientes

Mientras se espera una revisión del sistema de evaluación, los docentes enfrentan un tercer desafío: las sanciones. La legislación actual, en vigor desde 2023, establece que copiar en un examen es una falta grave, lo que puede llevar a la suspensión en dos convocatorias y expulsiones de hasta 30 días. Sin embargo, muchos consideran que estas sanciones son insuficientes. “Estamos vendidos, si un estudiante quiere copiar, lo hará”, afirma Rodrigo Santamaría, de la Universidad de Salamanca.

La dificultad para detectar y probar el uso de pinganillos complica aún más la situación. José Ángel Contreras, del servicio de Inspección de la Universidad de Burgos, relata que es complicado demostrar que un estudiante está utilizando estos dispositivos, incluso si se sospecha su uso.

El problema no es exclusivo de España. Un estudiante de Medicina de la Universidad de Padua mencionó que compañeros en su aula usaron gafas Meta para copiar durante un examen sin que los profesores pudieran intervenir.

Una posible solución citada por López es el uso de inhibidores de frecuencia, aunque actualmente son ilegales fuera del ámbito policial. “Lo mencioné una vez al ministro, pero no se mostró receptivo”, concluye.

Si tienes más información sobre este caso o situaciones similares, puedes escribir a jordipc@elpais.es

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