Durante el siglo XX, la Patagonia argentina experimentó una transformación drástica con la llegada de colonos europeos que extirparon a grandes carnívoros como los pumas, junto con zorros y otros herbívoros, para implementar la ganadería ovina. Esta extirpación favoreció la proliferación de colonias de pingüinos de Magallanes, que, antes limitadas a islas frente a la costa atlántica, comenzaron a expandirse por el continente. Hoy, sin embargo, la situación ha cambiado, ya que los pumas han regresado a esta región a raíz de un esfuerzo por restaurar la fauna nativa. Su retorno, en un ecosistema marcado por una abundante población de pingüinos, ha alterado su comportamiento y se han registrado densidades poblacionales sin precedentes para la especie.
Un equipo internacional de científicos ha documentado estos hallazgos en el Parque Nacional Monte León (PNML), ubicado en la provincia de Santa Cruz, Argentina. Según el ecólogo Mitchell Serota de la Universidad de California en Berkeley, quien lidera la investigación, este estudio ilustra los efectos de las iniciativas de conservación en ecosistemas perturbados. «La fauna está recolonizando ecosistemas que han cambiado radicalmente desde que estas especies desaparecieron», declara Serota.
El Comportamiento de los Pumas
Los pingüinos de Magallanes, conocidos por formar colonias masivas y pasar más de la mitad del año en tierra firme, son un recurso atractivo para los pumas. A diferencia de otras potenciales presas, estas aves no están adaptadas para enfrentar la depredación en tierra, lo que resulta en un fácil acceso para los felinos. «Se combinan dos factores clave para los pumas: hay una gran cantidad de pingüinos y son fáciles de capturar», resume Serota.
El estudio, que se basa en el uso de collares GPS, cámaras trampa y modelos poblacionales, revela que la presencia de pingüinos induce a los pumas a reducir sus desplazamientos y concentrar su actividad alrededor de estas colonias. Los felinos tienden a permanecer más tiempo en el mismo lugar, regresando repetidamente a áreas costeras. «Visitar una colonia de pingüinos es fácil de entender, es una franja pequeña de playa donde todo está concentrado», destaca el ecólogo.
Pumas en Comportamiento Social
Tradicionalmente, el puma es considerado un cazador solitario y territorial. Sin embargo, la densidad de pumas observada en esta investigación es la más alta registrada hasta la fecha, siendo más del doble de lo que se ha documentado en otras regiones de Sudamérica. Las hembras adultas, que normalmente evitan el contacto con otros pumas, parecen tolerarse en el mismo espacio, lo que sugiere una sorprendente dinámica social. «No se puede descartar que exista un parentesco genético que favorezca esta mayor tolerancia social», explica Serota.
Aunque los pingüinos son un factor crucial en la alta densidad de pumas, no son la única causa. «Consideramos que son un motor importante, pero hay que tener en cuenta que son un recurso estacional, ya que solo están presentes poco más de la mitad del año», aclara el investigador. Cuando los pingüinos migran al mar, los pumas deben buscar otras presas, como los guanacos, animales silvestres que se asemejan a las llamas. «La gran población de guanacos también ayuda a los pumas en este periodo», añade.
Relaciones entre Depredadores y Presas
La interacción entre grandes carnívoros terrestres y aves marinas no es habitual, pero presenta ciertos precedentes. Serota compara este fenómeno con la relación entre osos y salmones, donde los osos se congregan en ríos durante las migraciones de salmón. «Algo parecido ocurre aquí con los pumas y los pingüinos, generando un punto caliente que reorganiza su comportamiento en el paisaje», sostiene el ecólogo. Además, hay ejemplos de demonios de Tasmania que también cazan pingüinos, así como investigaciones recientes sobre leones y jaguares que se alimentan de recursos marinos.
El Parque Nacional Monte León fue creado en 2004, pero la investigación se llevó a cabo entre 2019 y 2023. «Muchos se han preguntado si esto representa una amenaza para los pingüinos», comenta Serota. Sin embargo, los datos indican que la población de pingüinos en la zona se mantiene estable, e incluso en crecimiento, desde la creación del parque.
La presencia de depredadores está en el centro de numerosos proyectos de restauración debido a su capacidad para regular otras especies. Sin embargo, los cambios en el ecosistema, el clima y la disponibilidad de presas alteran cómo obtienen alimento. «Restaurar fauna no implica devolver los ecosistemas a su estado original, sino generar interacciones nuevas que modifiquen el comportamiento y las poblaciones de maneras inesperadas», concluye Serota.
Ahora que se ha documentado cómo la nueva presa afecta la conducta de los pumas, queda por determinar las implicaciones de estos cambios para el resto del ecosistema, particularmente para los guanacos, el principal herbívoro en la Patagonia. “La relación entre el puma y el guanaco es fundamental, y cualquier variación en la forma en que los pumas se mueven y cazan podría tener efectos en cadena”, finaliza Serota.
