Animales con Imanes en la Cabeza: Innovaciones en Bioquímica Cuántica

Animales con Imanes en la Cabeza: Innovaciones en Bioquímica Cuántica

Los tritones alpinos (*Ichthyosaura alpestris*) son pequeños anfibios que nacen y viven como larvas en pozas, estanques o arroyos. Después de completar su metamorfosis, abandonan el agua y residen en los árboles de los bosques húmedos de Europa durante casi todo el año. Sin embargo, cuando llega el momento de reproducirse, estos tritones regresan a la misma charca donde nacieron. Para evaluar su capacidad de orientación, se les ha alejado hasta 42 kilómetros de su hogar, logrando regresar en línea recta sin mayores inconvenientes, a pesar de medir apenas 12 centímetros. Este fenómeno sugiere que, al igual que otros animales, estos anfibios son capaces de percibir el campo magnético terrestre, empleándolo como una brújula para encontrar su camino de regreso. Sin embargo, los mecanismos detrás de este «superpoder» magnético aún son objeto de estudio entre los científicos.

Percepción Magnética en Animales

“El campo magnético terrestre nos permea a todos”, señala Francisco Javier Diego-Rasilla, del Museo Nacional de Ciencias Naturales y miembro de la Asociación Herpetológica Española. A diferencia de otros sentidos, el magnetismo es el más elusivo y misterioso. Se ha documentado que animales como tritones y ranas, al menos 20 especies de aves (no solo migratorias), e incluso algunos peces, como rayas y tiburones, se orientan gracias a la polaridad magnética. En reptiles, se ha observado que las tortugas boba regresan a sus playas natales tras haber fijado en su cerebro un mapamundi mental con sus coordenadas. Curiosamente, algunos mamíferos, incluidos murciélagos y ratopines, también utilizan el magnetismo para navegar en la oscuridad.

Mecanismos de Orientación Magnética

A pesar de ser conocidos los efectos del sentido magnético en muchos animales, la identificación de un órgano específico para detectarlo ha resultado más complicado. En aves migratorias se han encontrado criptocromos, proteínas sensibles a la luz azul que inician un complejo mecanismo de orientación basado en la física cuántica. Se cree que las tortugas boba poseen partículas de magnetita, un mineral magnético, que les ayudan a navegar. Además, se ha identificado en los tritones una glándula dentro de su cabeza que juega un papel crucial en su orientación.

Diego-Rasilla explica que, para orientarse, los tritones necesitan conocer tanto su destino como su ubicación actual. Al igual que una brújula necesita un mapa, estos anfibios utilizan una especie de «mapa mental» para guiarse. Sus investigaciones han demostrado que los tritones recalibran continuamente su brújula interna, actualizando su mapa cada día. Al atardecer, se alinean con un eje norte-sur, ligeramente desviado hacia el este, momento en el cual las perturbaciones en el campo magnético son mínimas.

Descubrimientos Acumulados

El concepto de la magnetorrecepción se ha consolidado a través de la historia. En los años 60, los ornitólogos alemanes W. Merkel y W. Wiltschko descubrieron que los petirrojos europeos utilizaban el magnetismo para migrar de Europa a África. A pesar del escepticismo inicial que suscitaron sus hallazgos, múltiples experimentos corroboraron la idea de que las aves no solo se guiaban por la polaridad del campo magnético, sino también por su intensidad.

La Diversidad de Mecanismos

Los estudios recientes han identificado tres mecanismos diferentes de magnetorrecepción en animales: la presencia de nanocristales de magnetita, la bioquímica cuántica dependiente de la luz y el principio de inducción magnética. Este último, utilizado también por las palomas, permite a estas aves orientarse incluso en completa oscuridad. En este caso, el movimiento a través del campo magnético terrestre genera pequeñas corrientes eléctricas en el oído interno, las cuales son detectadas por células electrosensoriales que envían información al cerebro.

El Fascinante Caso de las Tortugas Boba

Un caso destacado es el de las tortugas boba (*Caretta caretta*), que emergen de la arena, se desarrollan en el océano y, tras recorrer miles de kilómetros, regresan a poner huevos en la misma playa donde nacieron. Investigaciones recientes mostraron que, tras ser alimentadas y condicionadas mediante pulsos magnéticos, las tortugas mostraron un cambio en su comportamiento orientativo. Estos experimentos apuntan a la posible existencia de magnetita en su interior, sugiriendo que este mineral podría ser el responsable de fijar sus coordenadas en el cerebro.

La orientación magnética en animales sigue siendo un campo fascinante de estudio, con múltiples teorías y descubrimientos que continúan desarrollándose.

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