La cumbre de cambio climático (COP30), que concluye esta semana, se erige como un punto crucial para el futuro ambiental del planeta. En este foro, los países deben presentar sus compromisos climáticos actualizados para 2025, conforme al Acuerdo de París. Desde su firma en 2015, se ha establecido que estos planes, conocidos como NDC (Contribuciones Nacionalmente Determinadas), deben ser revisados cada cinco años y hacerse más ambiciosos. Colombia presentó su NDC a finales de septiembre ante la ONU, en un formato que ha sido calificado como “declarativo”. Este documento de 93 páginas establece metas de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y 2035, pero omite detalles sobre cómo se implementarán. Las aclaraciones técnicas se anunciarán al finalizar el año.
Compromisos climáticos de Colombia
Según un análisis realizado por Climate Action Tracker (CAT), los compromisos de Colombia son considerados “insuficientes”. Gustavo de Vivero, investigador de NewClimate Institute, señala que el principal desafío no radica en la falta de ambición del país, sino en su incapacidad de implementación.
La nueva NDC de Colombia establece que, para 2030, se emitirá un máximo de 169 megatoneladas de dióxido de carbono equivalente (Mt CO2eq), cifra heredada de la propuesta de 2020 durante el gobierno de Iván Duque. Además, para 2035, busca limitar las emisiones a un rango de entre 155 y 161 Mt CO2eq.
Evaluación de los compromisos
De Vivero aclara que el análisis de CAT se centra únicamente en el objetivo para 2030, y se espera que se evalúe el compromiso para 2035 más adelante. Para la meta de 2030, las calificaciones son “casi suficiente” y “insuficiente”. En el primer caso, se considera la coherencia entre las emisiones propuestas y las capacidades históricas del país. Aunque Colombia representa aproximadamente el 0,6% de las emisiones globales, se encuentra ligeramente rezagada respecto a lo que debería contribuir para limitar el aumento de temperatura global a 1,5 °C.
En la calificación “insuficiente”, el análisis examina si las metas son coherentes con el potencial total de reducción de emisiones. En este contexto, Colombia aparece como insuficiente y sus metas están alineadas con un incremento de 3 °C en la temperatura global.
Desincronización entre metas y políticas
Una de las críticas centrales es la desincronización entre las metas establecidas y las acciones realizadas. De Vivero menciona que, aunque el gobierno de Gustavo Petro ha sido enfático al situar el cambio climático como una prioridad, existe una falta de coherencia en la implementación de políticas. El académico resalta que el plan de desarrollo y la hoja de ruta para la transición energética muestran una intención clara, pero los resultados son inconsistentes.
La falta de implementación eficaz se atribuye, en parte, a las condiciones locales, como la dependencia económica de los combustibles fósiles. Además, cambios frecuentes en el gabinete ministerial, incluyendo tres ministras de Ambiente durante el gobierno de Petro, han dificultado la continuidad en la ejecución de políticas. Estos cambios han generado inestabilidad política y comportamiento errático en la aplicación de reformas cruciales.
A nivel internacional, el sistema financiero también penaliza a los países que buscan dejar atrás los combustibles fósiles. La propuesta de suspender licencias para nuevas exploraciones de petróleo y gas fue percibida por el sistema financiero como un riesgo fiscal, resultando en una baja de calificaciones crediticias que desincentivan a Colombia y a otros países a cumplir con sus objetivos climáticos.
Es esencial que Colombia mantenga su ambición climática en estos tiempos inciertos, donde la atención de muchos es volátil, mientras se enfrenta a un marco financiero que complica el avance hacia sus metas.