En un intrigante recorrido que abarca Nueva York y la Ciudad de México, Camilo se embarca en una investigación personal que, a su vez, se convierte en un viaje de autodescubrimiento. Esta búsqueda nace de una incertidumbre casi total, apoyada solo en un vago recuerdo de su madre y una corazonada: que Miguel Carnero, un joven que alguna vez anheló secuestrar a un ingeniero nazi, es su padre biológico. Esta es, en esencia, la premisa de Los nombres de mi padre (Anagrama, 2025), la nueva novela del narrador, ensayista y traductor mexicano Daniel Saldaña París (1984).
Saldaña comparte que la idea de esta novela nació durante la pandemia, cuando su padre se encontraba enfermo de cáncer. “Empezamos a hablar mucho, yo quería que me contara sobre su vida antes de que yo naciera”, explica el autor. Esas conversaciones, que quedaron grabadas, fueron solo el inicio de una narrativa completamente ficticia.
La obra, Los nombres de mi padre, también es un tributo a la Ciudad de México y a la juventud de los años setenta, una generación que soñaba con cambios y utopías sin poder concretar. Tanto Saldaña como Camilo, autor y narrador respectivamente, convergen en la creación de Miguel Carnero, un personaje enigmático que representa el espíritu de esa época.
Un universo narrativo en la memoria
Con esta novela, Daniel Saldaña, autor de obras como El baile y el incendio (Anagrama, 2021) y El nervio principal (Sexto Piso, 2018), transforma la memoria en un espacio ficcional tan vasto y complejo como la propia Ciudad de México, rica en contrastes, con zonas oscuras y pasados olvidados. La obra sugiere que las experiencias urbanas moldean nuestros recuerdos y, por ende, nuestra identidad.
Ciudad Satélite como eje narrativo
Pregunta: En tu novela, hay un trazado narrativo que se conecta con el urbanismo de ciertas partes de la ciudad, particularmente Ciudad Satélite, que obsesiona a Miguel Carnero.
Respuesta: Comencé a interesarme por Mario Pani y leí mucho sobre arquitectura. Mi padre nació en Ciudad Satélite, un lugar que siempre me pareció peculiar, con un espíritu suburbano distinto al de los suburbios estadounidenses. Investigar sobre Satélite fue una forma de reconectar con esa parte de la ciudad.
P. ¿Cómo surge la figura de Karl Fiebinger, el ingeniero nazi vinculado a esta historia?
R. Mientras investigaba sobre Satélite, descubrí el proyecto utópico de Pani, que no imitaba el modelo suburbano estadounidense. Este ideal fue interrumpido por la corrupción y la llegada de desarrolladores como Fiebinger, con antecedentes oscuros. Durante mi estancia en Nueva York, profundicé en la historia de Fiebinger y su conexión con túneles secretos nazis, lo que me llevó a solicitar información al FBI.
Realidad y ficción entrelazadas
P. ¿Cómo abordas la intersección entre realidad y ficción en tu novela?
R. Me di la libertad de investigar extensamente, pero el enfoque final se centró en los personajes y la trama. Mi intención fue construir una narrativa que tuviera sentido en el contexto de la novela, separada de la historia real.
P. La búsqueda del padre en la literatura mexicana es una tradición notable. ¿Cómo te influye esto?
R. Este tema me interesa. La ausencia del padre es un tópico recurrente en la literatura y en la vida real, y al explorarlo, se puede inventar una figura paterna y construir una identidad. En este caso, exploré la multiplicidad de padres, sugiriendo que el espacio del padre puede ser ocupado por muchas figuras.
Revolución y frustración generacional
P. La novela también refleja el desencanto de ciertas generaciones. ¿Qué observas al respecto?
R. Hay una frustración palpable en la generación de mis padres, que fueron activas políticamente. A pesar de no tener consecuencias evidentes, sus ideales y deseos de cambio dejaron huellas en la realidad actual de México.
P. A pesar de la frustración, la novela destaca los lazos de afecto y amistad que perduran.
R. Muchos de los amigos de la generación de mis padres, que participaron en movimientos políticos, aún mantienen redes sociales y afectivas activas, lo que ilustra el poder de las relaciones humanas.
Un final abierto y reflexivo
P. El final de Los nombres de mi padre es particularmente intrigante. ¿Es Miguel Carnero el padre biológico de Camilo?
R. Realmente no buscaba una respuesta definitiva. Mi enfoque se centró en lo que una persona puede hacer con las historias para construir su identidad, más allá de la biología. La novela surgió como un refugio personal durante un momento difícil en mi vida.