Chile y la «normalización» bajo el liderazgo de Gabriel Boric

Chile y la "normalización" bajo el liderazgo de Gabriel Boric

La evaluación del gobierno de Gabriel Boric y la llegada de su generación al poder se presenta como un asunto complejo que trasciende la inmediatez electoral. La experiencia histórica muestra que las fuerzas opositoras suelen beneficiarse ante el desgaste de las administraciones en ejercicio. Sin embargo, surgen interrogantes sobre la razón detrás de la fragilidad de la candidata oficialista en diversas encuestas y su necesidad de distanciarse del legado del gobierno actual.

La Baja Aprobación del Gobierno de Boric

La administración de Gabriel Boric ha enfrentado críticas severas, con una aprobación que apenas ronda el 30%. Esta gestión se ha visto marcada por el estigma de la desconfianza, especialmente tras la abrumadora derrota de la izquierda chilena en el plebiscito constitucional de 2022. A pesar del poder que ostentaba, la votación se tradujo en un rechazo contundente a sus propuestas. Solo se logró aprobar una reforma significativa durante su mandato—la relativa al sistema de pensiones—que se encuentra alejada de las ambiciones iniciales del gobierno.

Descontento General y Promesas Incumplidas

La frustración hacia Boric se expresa a través de dos narrativas principales que ofrecen diferentes perspectivas sobre estos años. La primera se centra en la decepción por la falta de cumplimiento de promesas. El presidente asumió el liderazgo en un contexto de crisis profunda, pero muchos consideran que no ha estado a la altura. Las expectativas de cambio fueron mayores que los resultados concretos, con escasa capacidad de gestión y evidencias de corrupción que han socavado la confianza popular. Las esperanzas de una nueva política se diluyeron al descubrir que los nuevos líderes no eran tan diferentes de los anteriores, y que algunos de sus abordajes generaron crisis adicionales.

La Contradicción de la “Normalización”

El segundo enfoque de evaluación revela una contradicción más representativa. A medida que se abandonaron las aspiraciones de transformación, el Frente Amplio adoptó el discurso de restaurar la «normalización» en Chile. Esta administración se ha alineado nuevamente con esquemas previos, reminiscentes del mandato de Michelle Bachelet. Aunque se argumenta que el país está más estabilizado que en 2021 y que comienzan a verse «brotes verdes», la pregunta persiste: ¿Es correcto regresar al estado que se criticó con tanta vehemencia en 2019?

Desesperanza y Apatía en la Ciudadanía

A pesar de la aparente estabilización, la situación de Chile no implica un avance real; más bien, se evita un colapso. La ausencia de protestas masivas como las de 2019 da paso a un clima de desesperanza y desinterés hacia la política institucional. Este escenario ha propiciado el ascenso de candidatos externos o “outsiders”, que prometen un desmantelamiento del sistema en lugar de una reforma desde dentro.

Un Futuro Incierto para el Frente Amplio

El Frente Amplio se encuentra en una encrucijada, intentando justificar su legado a pesar de los fracasos acumulados. Comparado con otros gobiernos, su desempeño no resalta, y la confianza que había logrado construir parece haberse debilitado considerablemente. Las expectativas que generaron en su momento han sido reemplazadas por un sentimiento de desilusión que tardará años en cambiar.

Reflexiones sobre la Democracia Chilena

El contexto actual es crucial. Tras una serie de gobiernos que prometieron cambios sin lograr resultados significativos, los ciudadanos han mostrado su desencanto. Las opciones políticas no son infinitas, y la paciencia social tiene un límite. El futuro de la democracia chilena podría seguir tambaleándose si se repiten patrones de mediocridad bajo nuevos mandatarios.

Puede que te interese