Renuncia de Laura Gallego tras controversia por discurso violento en redes sociales
Laura Gallego, elegida como Señorita Antioquia, sólo mantuvo su título durante cinco días antes de verse obligada a renunciar debido a la crítica por su activismo en redes sociales. Su conducta como influencer, vinculada a sectores de derecha y ultraderecha en Colombia, desató un fuerte rechazo. Gallego se refirió al presidente Gustavo Petro de manera despectiva, calificándolo de “cáncer” y “comunista guerrillero” en varias ocasiones. La controversia alcanzó su punto álgido con un video en el que preguntó al precandidato presidencial Santiago Botero si preferiría “darle bala” a Petro o al exalcalde de Medellín, Daniel Quintero. La respuesta de Botero, preferir a Quintero, fue seguida de una risueña recomendación de Gallego de “darle un cachazo” al presidente, lo que provocó una ola de indignación en un país donde la violencia en el discurso político está en aumento.
Un activo en la incitación al odio
Históricamente, la cuenta de Instagram de Gallego ha promovido mensajes incendiarios. Desde animar a los aficionados de la Selección Colombia a gritar “Fuera Petro” hasta burlarse del presidente con imágenes de una rodilla lastimada. En sus entrevistas a figuras de la derecha, como Juan Carlos Pinzón y María Fernanda Cabal, hizo preguntas incendiarias sobre violencia y política, lo que creó un ambiente de confrontación. La respuesta entre estos políticos fue igualmente agresiva, con declaraciones que afirmaban que los aliados de Petro eran “hierbas del pantano” o enfermedades terminales.
Posición del Concurso Nacional de Belleza
El Concurso Nacional de Belleza, donde las representantes de Colombia se presentarán el 10 de noviembre, emitió un comunicado que rechazó cualquier participación política de sus candidatas. “Defendemos la institucionalidad de Colombia. Conminamos a las candidatas a abstenerse de participar en política mientras ostenten la representación de sus comunidades”, afirmaron. En respuesta a la controversia, Quintero criticó a Gallego, destacando que su actitud no representaba a las mujeres antioqueñas y reflejaba una cultura de violencia.
Renuncia y proclamación de censura
Después de días de silencio, Gallego renunció, alegando ser víctima de censura. En declaraciones a los medios, enfatizó su deseo de no ser parte de un sistema que fomenta la obediencia. Con una retórica de empoderamiento, afirmó, “las mujeres somos mucho más que una cara bonita o un vestido elegante”. Sin embargo, la regla sobre la abstención política en concursos de belleza ha sido históricamente clara y su activismo, aunque problemático, había pasado mayormente desapercibido hasta ese momento.
Reacciones y consecuencias de la controversia
El presidente Gustavo Petro celebró la renuncia de Gallego. En su comentario, se centró más en criticar su falta de inteligencia. “Era bella, pero por fuera solamente”, escribió en redes, añadiendo que la belleza debe abarcar también el intelecto. Por otro lado, Quintero lamentó que Gallego no ofreciera una retractación pública tras los acontecimientos. Asimismo, Roy Barreras, precandidato presidencial de la centroizquierda, enfatizó que Gallego no es una víctima, sino una promotora de discursos de odio.
Discursar sobre libertad de expresión
A pesar de su renuncia, Gallego continuó defendiendo su postura en entrevistas, sugiriendo que su expresión era libre. Sin embargo, reconoció que su video con Botero fue inapropiado, admitiendo que la incitación a la violencia es un tema delicado en un país marcado por conflictos permanentes. Catalina Botero, ex relatora especial para la Libertad de Expresión de la CIDH, argumentó que un concurso de belleza tiene el derecho de establecer sus propias reglas y que los comentarios de Gallego deben ser rechazados en la sociedad actual.
Preocupaciones sobre el discurso violento
Carlos Cortés, director del tanque de pensamiento Linterna Verde, expresó su preocupación por el contexto de violencia en el discurso político. Resaltó que si bien Gallego representa un caso específico, es parte de una problemática más amplia en la que los discursos de odio son cada vez más comunes y deben ser confrontados con responsabilidad.